Educando la inteligencia emocional
Durante siglos la ciencia no consideró las emociones como objeto de estudio y la sociedad las menospreciaba a la hora de tomar decisiones. Ahora, sabemos que la emoción interfiere en la razón y la razón modifica la emoción. "No se pueden separar”, señala René Diekstra, psicólogo y experto en educación emocional. En la educación académica, sin embargo, se obvia esta realidad y lo vemos en la jerarquización de las asignaturas.
En Escuela Infantil Bambi tenemos muy en cuenta el papel de las emociones en el desarrollo integral del niño y, a través de la experiencia, hemos comprobado lo que ya muchos psicólogos vienen confirmando. Que los niños que saben gestionar sus emociones, que saben de educación emocional:
- Obtienen mejores resultados académicos, pero, además, aprenden a: conocerse y quererse más, incrementar la autoimagen positiva y la autoaceptación.
- Pensar en positivo, mejorar la capacidad de dar respuestas reflexivas, generar y disfrutar de emociones positivas, sufrir menos, prevenir los efectos nocivos de los sentimientos negativos y estar más predispuesto a pedir ayuda.
- Enfrentarse de manera eficaz a los conflictos, incluso distinguir entre los que tienen solución y los que no la tienen.
- Construir buenas relaciones, interpretar las emociones de otros y conectar mejor, aumentar los comportamientos prosociales y reducir los antisociales.
Es importante resaltar el papel de los padres en la educación emocional de sus hijos. Los padres deben jugar un papel activo de colaboración en la educación emocional. consciente o inconscientemente están transmitiendo mensajes con una gran carga emotiva. Estas experiencias emocionales se van interiorizando, pasando a formar parte del patrón habitual de comportamiento del individuo. De esta manera se transmiten de una generación a otra.
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